El confinamiento y las segundas oportunidades

El confinamiento evidentemente ha sido difícil por muchos motivos pero creo que también ha sido una buena oportunidad para hacer eso que tanto nos cuesta, detenernos. Hasta que no nos han obligado no hemos sido capaces y aún así, hemos buscado mil excusas para continuar en movimiento.

Unos días después de iniciar el confinamiento decidí recoger seis preguntas que cuyas respuestas pudieran reflejar el resumen de lo que ha representado a nivel personal este cierre para las personas, después las envié a gran parte de mis amigos, amigas , compañeros y compañeras para que me contaran su experiencia.

Me sorprendió que de la mayoría de respuestas se desprendía que hemos sido más felices de lo habitual. Contrariamente a lo que se pensaba las relaciones con los del entorno, y especialmente con las parejas, han sido suficientemente buenas, quizás porque han podido dedicar tiempo a cuidar la relación y porque en general no iban tan estresados ​​con las demandas cotidianas habituales del día a día. También mejoraron los comportamientos de los más pequeños de la casa, seguramente porque sus padres pudieron estar más para ellos.

Las respuestas de los “workcaholics” que hicieron teletrabajo también han sido inesperadas, a la pregunta qué harían de diferente si pudieran volver al minuto uno del confinamiento algunos responden a no trabajar tanto durante este puesto que tener más tiempo libre les ha ido muy bien.

Otra pregunta fue que qué habían descubierto de sí mismos durante el confinamiento, la mayoría de respuestas denotan sorpresas positivas, fortalezas que pensaban que no tenían, adaptabilidad, resiliencia, paciencia, optimismo, estabilidad emocional pero también vulnerabilidad. Una persona en concreto respondió con sinceridad que le entristecía haber podido comprobar que es más perezosa de lo que ya imaginaba.

Algunas personas no han podido dedicar tanto tiempo a ayudar a sus familiares, con quienes no convivían, y en parte se han sentido liberados de esa carga sin sentir que eran egoístas, a cambio, se han podido cuidar más a sí mismos sin remordimientos.

La culpabilidad aparece a menudo en las respuestas, o la carencia de ella, porque este confinamiento justamente ha permitido a las personas hacer nada sin que esta inacción fuese acompañada de culpa.

La evasión también ha sido un concepto recurrente en las respuestas, lo que ha confirmado que a menudo necesitamos hacer cosas para evadirnos, para no pensar tanto en lo que nos angustia, cuando a veces pensar en ello quizás nos podría alejar de ésta miedo, es frecuente imaginarlo todo peor de lo que después resulta ser.

Las personas han echado de menos tocar, ser abrazados, mirar a los ojos, escuchar en directo, experimentar la naturaleza más que ir a cervezas a una terraza. Muy pocas personas han expresado malestar con la gestión del confinamiento pero quien lo ha hecho ha sido muy contundente y explica haber sentido mucha angustia por la manipulación a la que se ha sentido sometida.

A continuación copio literalmente algunas de las frases más destacadas; “he podido leer tomando el sol cerca de la ventana”, “ahora sé que puedo prescindir de muchas cosas materiales”, “he dedicado tiempo a la introspección”, “estar lejos de mis familiares me ha dado cuenta de que puedo mostrarles más cariño”, “me he dado cuenta de que no valoraba muchas cosas, principalmente la familia”, “he sido consciente de que tenía la mente desordenada, quizá por falta de motivación”, “el corazón no engaña y nos decía a todos que íbamos mal ”, “he meditado y he aprendido a echar miradas desde el corazón”, “He recuperado el equilibrio con mi pareja”, “he aprendido que tengo en casa casi todo lo que necesito”…

Para algunos, este confinamiento ha significado un duelo entre el FER y el SER, el pensamiento «tengo que hacer» es muy recurrente y predominante, hacer, producir, cumplir son verbos que dominan nuestra vida, cuando éramos pequeños eran mensajes que nos transmitían nuestros padres y profesores y adultos se convirtieron en la voz de nuestra conciencia, aunque para unos más que para otros.

Muchas de las cosas que hacemos ayudan a alimentar y hacer crecer en el SER, son desde mi punto de vista aconsejables, pero hay acciones o comportamientos habituales que nos obligamos a hacer y que no siempre paramos a reflexionar si realmente nos aportan beneficios o alegrías, y no hablo de ir a trabajar que ya sabemos todos que esto nos guste o no, debe hacerse.

A menudo FEM para ocupar el tiempo, tenemos miedo a perderlo y aburrirnos, pero este FER continuo hace que no tengamos tiempo extra para reflexionar sobre nosotros o sobre las cosas que nos pasan en nuestro día a día. Esta reflexión puede hacernos más capaces de aprender a vivir mejor y porque no, también de hacer de este mundo un lugar mejor para vivir.

Pondré un ejemplo, si cada día discutimos con la misma persona por las mismas cosas y después no tenemos tiempo para reflexionar sobre qué es exactamente lo que nos enoja, continuaremos discutiendo sin sentido. Es fundamental saber si lo que nos molesta tiene que ver con la otra persona o bien, tiene que ver con alguna parte nuestra que no conocemos bien. Una pregunta que estaría bien hacernos a nosotros mismos cuando tenemos un conflicto con alguien es la siguiente; ¿Quieres aprender de esto o simplemente quieres tener razón?

En nuestro día a día entramos en conflictos muchas veces, algunas de las cuales tienen el poder de tambalear nuestros cementos, si no intentamos averiguar el porqué continuaremos entrando en este bosque oscuro sin salida. Para poder hacer estas reflexiones, que nos enseñarán cosas de nosotros mismos que desconocíamos, necesitamos tiempo extra, tener la mente calmada ya poder ser, poco ruido externo, sólo así podremos observar la situación desde la distancia, sin que nuestra vertiente más emocional nos incapacite para ser objetivos sobre todo lo que nos rodea y acabamos por personalizarlo todo.

Quizás el confinamiento nos ha dado una segunda oportunidad para hacer cambios en nuestra vida, quizás nos ha dado tiempo para pensar si nuestras rutinas diarias, nuestras dinámicas sociales, y/o los objetivos y sueños que perseguíamos nos harán ser más felices a la larga y compensarán todos los quebraderos de cabeza que nos producen mientras tanto, porque si no es así, quizás vale la pena repensarlos.

En cuanto a mi experiencia personal, durante este paro general he podido poner en práctica lo que siempre predico y que no siempre culmino, dejar de moverme como un pollo sin cabeza, es bien sabido que “a hay herrero, cuchillo de madera”. Empecé el confinamiento muy activa, como ejemplo, la elaboración de esta encuesta, pero lo acabé mirando largos ratos el vuelo de las golondrinas en el cielo, experiencia preciosa, por cierto. Esta inactividad, sin embargo, dio paso a la procrastinación en la redacción de este artículo y el consiguiente pesar que me ha acompañado durante las últimas semanas del confinamiento.. no es nada fácil escapar del FER.

Resumiendo, es complicado dejar de FER, como también lo es modificar el SER, cambiar valores, principios y prejuicios es bastante complejo pero de vez en cuando iría bien revisarlos y ponerlos al día aunque sólo sea con el objetivo de vivir más tranquilos. Si encontramos un SER que nos hace estar mejor, más cómodos, quizás no necesitaremos tanto del FER.

 

THE END (por fin….)

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