¿LA INESTABILIDAD EMOCIONAL ES POSITIVA?

«Me doy cuenta de que si yo fuera estable, prudente y estático, estaría viviendo en la muerte, por eso acepto la confusión, la incertidumbre, el miedo y las subidas y bajadas emocionales; porque este es el precio que estoy dispuesto a pagar por una vida fluida, perpleja y excitante”

Carl Rogers, psicólogo humanista

Sentir miedo a todo lo que nos es desconocido es un fenómeno frecuente en el ser humano, desconfiamos de las cosas que no se rigen por el sentido común, queremos ser especiales pero a la vez queremos seguir lo que se considera el comportamiento normal de la mayoría y no acostumbramos a ver nada positivo en las personas que padecen enfermedades mentales o simplemente son distintas. No quiero frivolizar con la enfermedad mental, es terriblemente duro para los enfermos y sus familiares pasar por esta situación, pero esta dureza muchas veces está producida por la mirada y la incomprensión de los demás.

He trabajado con madres que tienen hijos con Trastorno del Espectro Autista (TEA) para ayudarles a aceptar que sus hijos no serían como la mayoría pero que necesariamente no debía ser tan negativo. En mi opinión, las personas diferentes en realidad tienen cosas maravillosas y pueden enseñarnos mucho, de hecho, la locura correlaciona con la genialidad a menudo, un ejemplo claro lo muestra la película “Una mente maravillosa” (A beautiful mind, 2001 ), basada en la novela homónima sobre la vida de John Forbes Nash, matemático y premio Nobel de economía que además, sufría esquizofrenia.

Sin ir tan lejos como con la esquizofrenia y otros trastornos graves, acostumbramos a estigmatizar o evitar a las personas que a veces tienen actitudes poco coherentes o demasiado emocionales, a veces utilizamos erróneamente la palabra locura para describir este estado mucho más leve y frecuente al que en cambio, podemos llamar inestabilidad emocional. Pero ¿a caso las emociones son sensaciones racionales o estáticas a las que le podemos dar un orden o cuantificarlas? Más bien, no son inestables en sí mismas y difíciles de controlar y gestionar. Todos tenemos emociones, por tanto todos somos personas susceptibles de ser inestables, sobre todo si nos dejamos llevar por ellas.

La bioquímica particular de cada uno puede en parte explicar el porqué aparentemente algunas personas son más inestables que otras, pero lo que decidirá a la larga si tomamos o no el lado oscuro de la fuerza es la manera que tenemos de procesar la información, es a decir lo que pensamos de lo que nos pasa. Cuando notamos que algo dentro de nosotros o fuera no va bien y lo interpretamos de forma negativa, pueden aflorar sensaciones desagradables que no siempre podremos disimular y que queramos o no, acabarán por perjudicar las relaciones con las personas de nuestro entorno.

Los estresores externos tampoco ayudan demasiado en la contención de las emociones. Estamos sometidos a amenazas subjetivas continuamente, por poner algunos ejemplos, el progreso exponencial de la tecnología tenía el objetivo de hacernos la vida más fácil pero en la mayoría de los casos nos está provocando más bien lo contrario, nuestras agendas están llenas por lo que apenas tenemos tiempo libre para descansar y la competitividad que se respira en el aire nos vuelve obsesivos y perfeccionistas.

Si a todo esto le sumamos el poco tiempo que hemos tenido para adaptarnos y para aprender a gestionar estas emociones, ya que como dicen los investigadores de la evolución, el hombre sólo lleva una “ratita” en este universo, pues podemos acabar sufriendo de estrés, ansiedad, fobias, depresión.

¿Y dónde está la parte positiva? Pues que ser inestable a veces tiene las mismas bases químicas en el cerebro que las que te hacen ser más creativo, tener una imaginación más activa, albergar un sentido del humor más agudo, empatizar más con las personas, iniciar más proyectos, tener una vertiente artística más pronunciada, disfrutar de las pequeñas cosas de forma más intensa, ser más crítica y al mismo tiempo más flexible, no elegir siempre el mismo camino para volver a casa y enamorarte más frecuentemente.

Para los que todos estos argumentos no te convencen y no quiere que nadie pueda tildarle de persona inestable, sólo puedo decirles que no podemos evitar sentirnos como nos sentimos, las emociones campan a sus anchas y así lo continuarán haciendo siempre, lo que sí podemos decidir cómo aprovechar esta inestabilidad con el objetivo de que nos enseñe cosas sobre nosotros y sobre los demás. A lo largo de nuestra vida pasaremos por momentos ansiosos y tristes en los que simplemente deberemos observar cómo nos comportamos ante la adversidad, sin juzgarnos, tomando nota de qué acciones que hemos llevado a cabo han tenido un buen resultado y cuáles no, o bien, qué pensamientos nos han ayudado a resolver el conflicto y cuáles lo han empeorado.

En resumen, conocernos, practicar actividades que relajen y hacer caso omiso de algunos de nuestros pensamientos son algunas de las soluciones para superar nuestro lado oscuro, y si después de todos estos intentos no se sale, sólo le queda recordar que esto también ocurrirá y se volverá a sentir en equilibrio hasta la próxima crisis, o bien, como último recurso, siempre puede ir a ver al psicólogo/a, porque si de algo entendemos, es de inestabilidad…

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