¿Orgullo y prejuicio o Tinder?

A veces, te debe desagradar alguien al principio para que te acabe gustando de verdad.

Marta Bertran

Dudo de que haya más referencias en el mundo del cine o de la literatura que de esta obra clásica de Jane Austen. “Pride and Prejudice” fue una obra moderna para la época, teniendo en cuenta las tradiciones machistas que imperaban en 1812. Para quien no sepa nada de esta historia, al principio de la novela, la protagonista (l Elisabeth Bennet) no se deja deslumbrar por la opulencia, riqueza y la imponente presencia del sr. Darcy, sino que espera poder conocer y casarse con un hombre con valores y principios. Por su parte, SR. Darcy pese al rechazo que siente por la humilde y esperpéntica familia de Elisabeth, se acaba enamorando de ella porque es una mujer diferente, rebelde e íntegra, aunque en un principio encuentre su belleza simplemente “aceptable”.

Gracias a que de entrada se detestan, los dos protagonistas van descubriendo muy despacio que nada era lo que parecía y que realmente se gustan muchísimo porque en el fondo son muy similares, orgullosos y con muchos prejuicios. Los diferentes encuentros a lo largo de la obra los van acercando de forma sutil y elegante, como sólo esta escritora es capaz de describir, hasta que al final como era previsible, se confiesan amor incondicional.

¿Por qué ha tenido tanto éxito esta historia y sigue estando tan vigente? Quizás porque el camino para llegar al amor, cuando es lento y complejo crea más oportunidades para vivir escenas románticas antes de que nos despierte el tan temido desenlace final, el compromiso/relación, a partir de este clímax se supone que todo lo que nos divierte empezará a desaparecer; excitación, pasión, incertidumbre… pero al menos, durante este largo trayecto, a los protagonistas les ha dado tiempo de generar auténticos sentimientos uno por otro. El amor a primera vista (Crush) puede ser un buen inicio pero está claro que está sobrevalorado, en mi opinión las relaciones deben tener una historia antes de ser relaciones.

Si presta atención verá que todas las películas o novelas que se basan en esto, es decir, escenificando varios encuentros de los protagonistas en contextos diferentes, mostrando sentimientos contradictorios, con un cierto rechazo del uno por el otro al principio y sobre todo, que se alargan en el tiempo, acaban teniendo mucho éxito, el cine permite esto, vivir una larga historia de amor en poco más de hora y media. Nos gusta la idea de enamorarnos muy despacio porque entendemos que es la opción más segura y al mismo tiempo más romántica pero en la vida real nuestros instintos quieren que todo vaya rápido, necesitamos la recompensa inmediata «inmediatamente». Cuando sientes que quieres estar con alguien no te dices a ti mismo/a: “voy a esperar dos semanas para llamarla/lo porque no quiero ir rápido, así nos habremos echado más de menos y habremos destinado más tiempo a nuestros propios proyectos personales, lo que hará que podamos ser más interesantes uno por otro, etc.. ”, no, lo que hacemos es quedar cuanto antes, no sea que mañana se nos haya pasado la necesidad…

Vivimos en la cultura del “ahora mismo”, lo queremos todo rápido y quizás éste podría ser uno de los motivos por los que fracasan tantas relaciones. Erich Fromm en “El arte de amar” consideraba que amar se trataba de una decisión, como un trabajo que uno debía proponerse hacer día tras día. Para él era tan fácil como encontrar a una persona y decidir amarla. Con el contexto actual se ha demostrado que la teoría del sr. Fromm no funcionaría, la gran cantidad de redes para encontrar pareja ofrecen mucha oferta, tanta que puedes ir cambiando de pareja fácilmente, si la primera no te convienes piensas que seguro puedes encontrar “algo mejor” y sigues jugando a este juego hasta que se covierte en una práctica sin fin, ¿por qué? Pues porque la mente, a medida que vayamos repitiendo comportamientos con resultados satisfactorios, segrega unas sustancias químicas que crean mecanismos adictivos y te enganchan a esta dinámica. En ese contexto de citas acabas pensando que siempre se puede encontrar a alguien que te haga sentir más y más rápido. Sólo la previa existencia de sentimientos puede hacerte permanecer en una relación a pesar de la persona que tienes al lado no cumpla todas las casillas de tu checklist, pero estos sentimientos son poco probables que existan ya que las dos personas se acaban de conocer de manera casi aleatoria por internet.

La red para encontrar pareja “Tinder”, es un ejemplo de cómo estos tipos de aplicaciones consiguen que los/las usuarios/as se comporten como si fueran ratones en un experimento de acondicionamiento operante, sólo que en lugar de apretar la palanquita para recibir la bolita de queso, ¿los humanos desplazan a la persona candidata hacia la derecha de la pantalla en caso de querer hacer un «match» con ella, o es hacia la izquierda?

Estoy casi segura de que muchas personas, sin ser conscientes de los motivos, ya no podrán volver a tener una relación larga y comprometida nunca más, no serán capaces de pasar por alto las cosas que no le gustan de la otra persona y tampoco podrán valorarlo ne las cualidades, porque nada es comparable a sentir ese desasosiego cuando sabes que vas a encontrarte con alguien por primera vez, ese alguien que te mirará como si fueras un ser divino porque todavía no ha descubierto tus inseguridades, tus traumas y tus miedos, y después de la cuarta cita, cuando llegue el final, con un poco de suerte te recordará siempre como ese personaje bidimensional de la fotografía, sin profundidad pero sobre todo sin defectos.

Estoy segura de que habrá muchas excepciones pero me atrevo a decir que el amor, tal y como lo hemos conocido hasta ahora, está a punto de extinguirse.

 

“oh Jake,” Dijo Brett, “Nos hubiéramos podido divertir tanto juntos…”
“Si, ” dije yo, “¿Verdad que es agradable imaginárselo? ”

último diálogo de “The sun also rises”, de Ernest Hemingway

 

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