¡PARA Y DESPIERTA!

“El camino que he encontrado permite vivir cada hora del día con plena conciencia, con la mente y el cuerpo en el momento presente. Lo contrario es vivir en la distracción. Si vivimos en la distracción no sabemos si estamos vivos; no experimentamos plenamente la vida porque nuestra mente y nuestro cuerpo no están en el aquí y ahora.”

THICH NHAT HANH

¿Estamos hechos realmente para vivir en pareja? ¿La monogamia social es un fenómeno natural en nosotros? la sexual ya hemos comprobado que no.

Después de un año duro de trabajo y de horarios imposibles, muchas personas deciden tener unas vacaciones en consonancia y se marchan a vivir una experiencia a menudo igual de estresante. Se embarcan en un avión después de un montón de horas desesperadas en el aeropuerto, eligen un destino lo más lejos de casa mejor, y o bien se están quince días tumbados junto a la piscina del “todo incluido” atiborrando- se en “Mojitos” anestésicos, o todo lo contrario, deciden llenar los días de aventuras con trekkings al límite de lo imposible, tirolinas infinitas por la selva, buceo con tiburones en mares de colores, ya pesar de la vertiente más espiritual, incluyo también los trayectos de treinta kilómetros diarios para realizar el camino de “Santiago”.

Viajar y hacer todas estas cosas está muy bien, además, cada uno hace lo que quiere con su tiempo libre, pero y si las vacaciones, ese tiempo de descanso y reflexión, lo pudiéramos dedicar, al menos una vez a la vida, a descansar ¿ya reflexionar y no a distraer la cabeza para evitar pensar demasiado en eso que tanto preocupa al ser humano?

Nos pasamos la vida en movimiento, vamos de un lado a otro como ratones gaviños buscando el trocito de queso dentro de un laberinto porque pensamos que es nuestra única oportunidad para conseguir el éxito que tanto anhelamos. Al mismo tiempo, nos repetimos frases motivadoras como el “make it happen”, que significa “haz que pase”, pero olvidemos que también es sinónimo de forzar o de empujar, y el verdadero problema es que si no lo hacemos, si no hacemos que pase, nos sentimos culpables porque nos confirma que somos unos vagos incapaces de luchar por nuestra felicidad. La frase en muchos casos está bien, no es malo hacer cosas, pero estaría bien aplicarla para hacer que nos pase una trascendental, despertar y así sentirnos vivos. Ya lo decía en OSHO, la pregunta no es si hay vida después de la muerte, sino si estás vivo antes de morir.

Conseguir este despertar de la conciencia no es fácil, requiere un trabajo multidisciplinar enorme, pero opino que para empezar sobre todo necesitamos aprender a detenernos, parece fácil pero de hecho no sabemos hacerlo. Haga una prueba, intente quedarse veinte minutos en el sofá sin hacer absolutamente nada, a ver qué pasa. Evidentemente cuando hablo de parar no me refiero a simplemente a quedarnos quietos, sino a su sentido más amplio y espiritual, pero por algún sitio se comienza.

Si esto de los veinte minutos le parece soplar y hacer botellas, le propongo que haga un paro a gran escala y que alguna vez pase unas vacaciones tranquilas, y cuando digo tranquilas no me refiero a pasaros el mes en el sofá viendo un capítulo tras otro de cualquier serie que consiga distraerse, sino a que se quede en su contexto habitual, su hogar, pero esta vez sin las prisas del día a día, sin horarios de trabajo y sin hacer demasiado planes que ocupen su tiempo libre.

Para los que haya superado esta primera fase, me refiero a la de no planear ninguna fuga, llega la segunda parte, igual de importante, una vez parados “más o menos”, toca respirar profundamente y devolver a los sentidos, y qué mejor por eso que hacer cosas que les potencien. Para empezar necesitamos un entorno acogedor, si es necesario, cambia los muebles de tu hogar según las claves del “Feng Shui”. A lo largo de los días, tomas e infusiones aromáticas, ponte música maravillosa y relajante, hazte algún baño de espuma, quema incienso, ten conversaciones emocionales con las personas de tu entorno, cocina comida saludable con especias de aromas intensos o lee algún libro inspirador a ratos.

Estos momentos en tu hábitat natural intercálales con un poco de deporte y breves escapadas a la naturaleza que tengas más cerca, estar en contacto con la naturaleza es la forma más fácil de despertar los sentidos. Ve a la montaña y descálzate, siente la tierra, o ve a la playa en horas solitarias y nada en el mar. Busca paisajes que muestren la grandeza de este planeta, y siente que eres muy afortunado de vivir, simplemente para poder ser testigo de tanta belleza.

La herramienta más poderosa que utiliza el Mindfulness para despertar nuestra conciencia es la meditación. Sé que a mucha gente no le gusta meditar porque piensan que no saben hacerlo pero la meditación no tiene normas, y por supuesto, en ningún caso es conseguir tener la mente en blanco. El monje Budista Thich Nhat Hahn dice que meditar no nos aleja de la sociedad, sino por el contrario, nos prepara para reinsertarnos adecuadamente en ella, y cuánta razón tiene. Particularmente, una de las cosas que más me gusta de la meditación es que hacer practicarla, debes detenerte a la fuerza.

Si has ido siguiendo estos consejos, deberías empezar a notar una cierta elevación del nivel de conciencia, lo sabrás porque es como si contemplaras la vida por primera vez. A partir de ese momento observas cosas que antes habían pasado totalmente desapercibidas, te das cuenta de patrones de comportamiento poco saludables que tienes, aprendes a no chocar continuamente con la misma piedra, ya no te tomarás las cosas de manera tan personal y por tanto sufrirás menos. Empezarás a valorar lo que realmente importa a la vida y le dedicarás más tiempo, el dinero dejará de tener tanta importancia, simplemente necesitarás el que te permita vivir con un cierto margen. También puedes empezar a sentir otras cosas, dejarás de envidiar en general, sobre todo en aquellos que están en una posición de poder, no querrás cambiarte por nadie porque te encantará ser tú mismo, y finalmente, dejarás de desear fervientemente muchas cosas materiales que no sirven para demasiado. En definitiva, estarás despertando.

En relación con esto último, recuerdo una historia que se le atribuye al filósofo Sócrates, se dice que de vez en cuando iba al mercado de Atenas, miraba todo con atención y se iba sin comprar nada, cuando le preguntaban la razón del su comportamiento decía: “Me encanta ver tantas cosas que no necesito para ser feliz”.

A mí me gusta moverme, hacer cosas e ir de compras, incluso confieso que a veces me hace feliz simplemente comprar. Vivimos en una sociedad capitalista con normas, modas y convencionalismos de los que no siempre hay que huir, simplemente debemos estar despiertos, ser conscientes de ello y no dejarnos llevar siempre por esta manía colectiva. La idea no es acabar siendo monjes budistas y por tanto está bien tener objetivos ambiciosos, como el de triunfar en lo que te has pasado la vida estudiando, el de ganar más dinero, el de tener ese coche 4X4 que al conducirlo te hará sentirse como un rey o reina, o el de buscar una pareja, pero lo que parece bastante probable es que si no haces primero el viaje más importante, lo que te hará descubrir de qué va lo de vivir, quién eres y qué te hace feliz realmente, todas estas otras cosas te alegrarán de una forma muy efímera.

Evidentemente esta historia de quedarte unas vacaciones en casa no te hará descubrir el secreto de la felicidad, como ya he dicho, despertar la conciencia no es nada fácil y requiere mucho entrenamiento, pero estoy segura de que es un inicio y alguna cosa cambiará dentro de ti, y recuerda, cuando te detienes, llegas.

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