¿POR QUÉ NOS EMPAREJAMOS?

Nacemos solos y morimos solos, y, en el paréntesis, la soledad es tan grande que necesitamos compartir la vida para olvidarla

ERICH FROMM

¿Estamos hechos realmente para vivir en pareja? ¿La monogamia social es un fenómeno natural en nosotros? la sexual ya hemos comprobado que no.

Que sepamos, los hombres y las mujeres desde siempre se han emparejado con otros seres humanos para compartir la vida juntos. Formar una familia sería el motivo más coherente, justificado y lo que explica la biología evolutiva porque sólo así se perpetúa la especie. Hoy en día, las familias ya no son como antes, las técnicas de reproducción asistida facilitan que podamos crear modelos familiares de muchos colores incluyendo el formato monoparental, y por otra parte, cada vez hay más parejas que deciden no tener descendencia.

Así pues, ¿qué otros motivos más mundanos se esconden detrás de esta “obsesión” por emparejarse?

Algunos hablan del amor en los siguientes términos: cóctel químico perecedero, plasmación de la necesidad humana de trascender, posibilidad de sexo seguro y frecuente, antídoto para el vacío existencial, mecanismo de evasión, institución necesaria de equilibrio social, símbolo de éxito o simplemente necesidad urgente de amar y ser amados, valga la redundancia. Y por cierto, al acecho con esta necesidad porque será inversamente proporcional al filtro que pondremos a la hora de elegir al contrincante.

Cada uno puede hacer lo que quiera con su vida sentimental y si se decide elegir una relación con la que sufrirán in eternum no es problema de nadie más que de la pareja, el dilema surge cuando se mantienen estas situaciones por miedo a las alternativas.

Lo que puede llegar a sorprender más es que para muchos, no parece importar demasiado quién es la persona con la que se decide compartir la única vida que tendremos nunca, cualquier cosa antes de vivirla en solitario. Muchas relaciones inadecuadas se justifican por aquello de lo que el amor no se elige, y que si te gusta o quieres a alguien tienes que intentar estar con esa persona, sin importar si se comparten valores, por ejemplo. En momentos de mucha necesidad o eres muy consciente de tu debilidad o puedes acabar por encontrar atractivo a Jack el destripador, oa su versión femenina.

El emparejamiento sólo tiene sentido si el camino que resulta de la unión es mejor que si se hiciera por separado, el resto son necesidades derivadas principalmente de no soportar estar solo/a y por tanto del miedo. Hay personas que tienen miedo a la libertad, a decidir dónde irán de vacaciones o qué harán el próximo domingo si no tienen una pareja con la que compartir estas actividades, en cambio no parece que les atemorice tanto la falta de reciprocidad, vivir la vida que quiere al otro o dejar de lado los deseos propios.

El otro aspecto con el que se suele justificar una mala relación es la Dependencia Emocional, entendida como la creencia de que nuestra felicidad está supeditada en exclusiva a una persona. No es fácil salir de esta trampa ya veces se necesita ayuda psicológica pero es imprescindible para volver a tomar las riendas de nuestra vida. Además, esta dependencia está asociada a una baja “autoestima” la cual no se moverá de su sitio mientras mantengamos relaciones tóxicas que no nos dejen ser nosotros mismos.

Por tanto la solución es… no, no hay solución, simplemente alternativas a una vida acompañado/a pero infeliz. Hasta que aparezca un buen/a compañero/a de viaje, aprende a estar soltero/a, a disfrutar de este estado, a conocerte y agradarte o en el peor de los casos, a aceptarte, deja de sentir vergüenza por no tener pareja, atrévete a marchar de viaje solo/a, (los ingleses no utilizan este adjetivo tan deprimente, sino que utilizan el “by myself” o “on my own” que tienen una traducción mucho más agradable y funcional), y todo lo que descubras lo compartirás con la persona más importante de tu vida, TÚ.

Ya lo decía Schopenhauer: «La soledad es el patrimonio de las almas extraordinarias»

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