Psicólogos, terapeutas y otras especies sanadoras…

“En therapist has to practice being fully presente and has to cultivate

energía de compassion in order to be helpful.”

—T H I C H NH AT HA N H

 

La práctica del Mindfulness tiene su origen en el Budismo, al que se le atribuye la forma de religión pero también es una filosofía, una forma de vida que puede abrazar a personas de todas las creencias, religiones y culturas

La figura de Buda es sinónimo de “deslumbrado”, al parecer, él consideraba que para deshacerse de todo sufrimiento, eje central en el que se basan las cuatro verdades nobles del budismo, debíamos convertirnos en sabios y para llegar a ellos era imprescindible iniciar una peregrinación que debería llevarnos inequívocamente al despertar más absoluto (awareness & elightenment).

La terapia que se basa en el Mindfulness (Mindful Therapy) recoge esta idea original y la intenta aplicar en un mundo muy diferente al que enmarcaba la vida de Buda de hace más de 2.500 años. Hoy estamos rodeados de tantos estímulos que es difícil enfocarnos en lo que realmente importa y nos hace felices

Ante esta complejidad cotidiana, la figura de un guía, espiritual o no, se hace cada vez más necesaria, es muy fácil autoengañarnos por tanto uno no siempre puede hacer el camino solo.

Estos guías toman distintos nombres, el Psicólogo es obviamente el más moderno y científico pero la ciencia justamente no siempre es suficiente. En otros tiempos o culturas los terapeutas se llamaban Guru, Shaman, Bodhissatva o simplemente Healers, este último significa “sanador” en inglés, quizás es el nombre más completo porque implica trabajar otros aspectos importantes para el ser humano, como la nutrición o las dolencias físicas que a menudo están tan unidas a las psíquicas.

¿Pero qué nos lleva a algunas personas a querer “sanar” a los demás? ¿Hay un punto de querer sentirnos como debes? ¿Una gran dosis de narcisismo? ¿Nos creemos más inteligentes que el resto? ¿O simplemente queremos sanarnos a nosotros mismos? para mí trabajar como terapeuta me permite quitar importancia a mis propios problemas, soy humana y tengo como todo el mundo pero cuando estoy en la consulta yo no soy el centro de mi atención, no soy importante, sólo me preocupa que el paciente mejore o pueda sentir que sufre menos.

Los terapeutas que se supone que son tan buenos que desde fuera parece que les resulta muy fácil hacer su trabajo, a la larga tendrán unos resultados cuestionables. Es fácil dejarnos llevar por este deseo de ser infalibles, acabamos auto-observándonos demasiado y cuando nos hablamos las personas que tenemos delante ya estamos interpretando lo que nos dicen para encontrar una solución rápida que nos confirme que seguimos siendo muy buenos, alimentando nuestro propio Ego. En el transcurso de nuestra profesión es muy fácil caer en el error de olvidar que la empatía y la escucha activa son las herramientas más poderosas de las que disponemos.

Esta bien que los psicólogos nos adelantamos un poco a los pacientes pero lo único que puede garantizarnos parte del éxito es recorrer este camino de la sabiduría al mismo nivel que la persona a la que estamos acompañando, es imposible entender el esfuerzo de el otro si no experimentamos lo propio, ya menudo son los propios pacientes los que nos sanan a nosotros, porque nos obligan a esta tan atentos a su discurso que acabamos por ser más conscientes del nuestro, es un entrenamiento diario en Mindfulness.

El psicólogo humanista Carl R. Rogers desarrolló la terapia centrada en el cliente, para él las técnicas psicológicas no eran las que curaban, sólo la relación entre terapeuta y paciente tenía el poder de sanar. La empatía, la aceptación incondicional del otro y la autenticidad del propio terapeuta eran los únicos requisitos que podían garantizar el éxito y estos conceptos también son necesarios en la terapia basada en el Mindfulness, por eso me considero por encima de todo una psicóloga Humanista.

En mi opinión, el Mindfulness se puede resumir como una forma de mirar la vida diferente a cómo hemos estado acostumbrados desde siempre, acogernos a esta filosofía nos ayuda a distorsionar la realidad lo menos posible, a observarla y observarla sin hacer caso de lo que llevamos dentro de la mochila. Esta mochila simboliza la carga que a menudo ha sido llenada por los demás o por nuestras experiencias demasiado prematuras con los demás.

No siempre tenemos el recipiente adecuado para hacer albergar lo que nos pasa y por eso aprendemos poco a poco, primero debemos estar preparados para aprender y después aprendemos. El propio Carl. R. Rogers decía que el verdadero hombre educado es lo que ha aprendido a aprender.

Hay trastornos graves que necesitan medicación, terapias muy intervencionistas y seguramente también psicólogos muy especializados pero la ansiedad está a menudo provocada por la manera que tenemos de observar lo que nos ocurre, no por lo que nos ocurre en sí, quizás volver a los sentidos, y aprender a mirar la realidad como si fuera la primera vez, sin condicionantes, también puede ayudar en estos casos, y quién sabe, quizás esta segunda vez lo veamos todo mejor.

© Marta Bertran todos los derechos reservados - Indianwebs