Soledad en tiempo de coronavirus

“Toda la infelicidad humana se debe a un solo hecho; no saber permanecer en reposo en una habitación” (Blaise Pascal)

Cualquiera de los otros artículos que tiene en mi blog serviría en este caso, de esto se puede desprender que me gusta la soledad y que suelo utilizarla ya hacer apología de ella, de hecho, la aconsejo fervientemente, pero entiendo que es diferente cuando se trata de una elección personal o como es el caso, cuando te viene impuesta.

Este estado de alarma está haciendo descubrir a muchas personas medidas imaginativas para pasar el rato. Cuando sospechamos que deberíamos permanecer en casa muchos días, diez minutos después ya teníamos en todas las redes sociales diez mil actividades, aplicaciones y links que nos aportaban alternativas virtuales para seguir siendo hiperactivos y para seguir ejerciendo los músculos. Por no hablar de la gran oferta de plataformas de cine y series que ya teníamos previamente. Todo esto responde seguramente al pánico que tenemos de estar solos con nosotros mismos y recordamos que no podemos aprender de una situación si le damos la espalda o huimos de ella.

La idea principal de este artículo no es criticar estas actividades de entretenimiento, es necesario hacer deporte, por ejemplo, como también lo es distraerse de vez en cuando, yo misma estoy aprovechando para ver muchas películas que tenía pendientes, el problema es cuando oigo comentarios de personas cercanas que me dicen que si no fuera por toda esta oferta, se volverían bojes, lo que me hace pensar que el ser humano evoluciona poco a poco hacia un estado vulnerable donde cada vez es más dependiente de uso de la tecnología y del entretenimiento para sentirse satisfecho o feliz.

La falta de amor externo es quizás la parte más amarga de la soledad, los que está pasando este confinamiento con la condición de solteros imagino que se sienta más solo que nunca y es posible que ante usted le aparezca con luces de neón la pregunta que no siempre queremos hacernos, ¿cómo he terminado en esta situación? Y yo añado otra, ¿por qué a algunas personas les cuesta tanto amar y/o ser queridas? Está claro que el confinamiento no facilitará demasiado lo de encontrar pareja pero quizás ayudará a entender que también se puede disfrutar de la vida muy dignamente en solitario, siquiera nos obligará a aprender a dedicarnos tiempo a nosotros y no a los demás. Y quién sabe si esta reclusión también servirá para volver más preparados y con más impulso al mundo de las relaciones una vez que este estado de inanición concluya.

Todas estas reflexiones me hacen pensar que los auténticos supervivientes de esta crisis serán aquellos que habrán aprendido a estar en reposo largos ratos sin necesidad de ningún estímulo externo.

Lo que os propongo en esta ocasión es auto-observarnos un poco más de la cuenta estos días de confinamiento, ahora tenemos tiempo y estamos en un terreno experimental que podríamos aprovechar para identificar algunos de nuestros comportamientos cercanos a esta “locura” tan temida. No lo propongo con ninguna finalidad clínica o de diagnosis, simplemente por continuar en el camino este del auto-conocimiento que no siempre nos gusta pisar por no tener que descubrir cosas nuestras que no nos gustan. Justamente ahora es el momento para lidiar con nuestras sombras porque sólo en momentos de crisis aflora todo lo oculto o tapado, consciente o inconscientemente.

Yo por ejemplo tengo un termómetro personal para medir el riesgo de soledad patológica, y es cuando comento en twitter el tuit de algún personaje mediático como si se tratara de un amigo cercano, primero para esperar respuesta, y en segundo lugar, euforia que me provoca si llega. Cuando oigo esto sé que tengo que volver a conectarme con mi mundo más real y cercano.

Espero que le haya podido aportar algo nuevo en estos tiempos de coronavirus, siempre hemos dicho que nos falta tiempo para hacer todo lo que quisiéramos hacer, pues bien, ahora tenemos, ahora ya no hay excusas, aprovechamos también para ralentizar nuestras vidas y relativizar nuestros problemas, posiblemente no volveremos a tener una oportunidad como ésta, o eso espero, y si queremos ser solidarios, aparte de no salir de casa para no poner en peligro la vida de alguien, llamemos a aquellas personas que sabemos que pueden necesitar nuestro calor.

Y ya por último, encuentro del todo aconsejable seguir estos buenos consejos del maestro Goethe:

“..Todos los días deberíamos escuchar algo de música, leer una buena poesía, contemplar un cuadro bello y si es posible, decir algunas palabras sensatas…”

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