Mi estancia en Plum Village, Navidad 2018.

Por mis roommates, Efi, Jenny y Molly…

 

Plum village, o el pueblo de los ciruelos, el nombre le viene porque está rodeado de estos árboles y con sus frutos elaboran una mermelada deliciosa. Este poblado es como un Oasis de paz en medio de una Europa turbulenta, a unos 100 km de Burdeos (Francia) rodeado por los viñedos de la Dordoña, región francesa de vinos, lo que hace de este lugar un lugar aún más paradisíaco .

Compuesto de tres comunidades budistas, separadas por unos pocos kilómetros cada una, yo estuve en la de Lower Hamlet, en Loubès-Bernac.
Estas comunidades fueron creadas en 1982 por el maestro Thich Nhat Hahn, en “Thay” como le dicen sus discípulos que significa Maestro Vietnamita. Actualmente él se encuentra en el Root Temple en Vietnam. En 2014 sufrió un infarto y desde entonces su estado de salud es muy débil. Es por eso que no pude tener la oportunidad de conocerle pero él sigue presente de forma muy especial en Plum village.

Thay es una figura importante del siglo XX, defensor de los derechos humanos, escritor incansable, exiliado y nombrado en Premio Nobel de la Paz por Martin Luther King Jr. Se le atribuye el descubrimiento del MINDFULNESS si bien es verdad que quien lo desarrolló posteriormente de forma más extendida y práctica fue Jon Kabat-Zinn. Thay es una persona a la que quieres sólo unos segundos después de escucharle, pruébelo, en YOUTUBE tiene muchas Dharma Talks de él, que no son más que magníficas enseñanzas de vida.

Plum Village no es sólo un centro para practicar la meditación, también nos enseñan a comer de manera respetuosa con los animales, a cantar canciones preciosas, a saber estar en silencio (Noble Silence), a abrazar conscientemente (Hugging Meditation), a trabajar en equipo lavando los utensilios de la cocina, y en este caso, a pasar unas Navidades de manera diferente, sin excesos alcohólicos ni alimentarios y lejos de los hábitos consumistas. Recuerdo que el día 25 de diciembre por la mañana, una de las monjas nos preguntó cómo llevábamos la resaca y fui consciente entonces de lo bien que me sentía habiendo cenado una comida vegetariana sabrosísimo la noche anterior, y sin haber probado ni una gota de alcohol, y tengo que decir que teniendo en cuenta la región donde nos encontrábamos, no probar el vino puede ser algo doloroso.

Practican el Budismo y el Zen pero les gusta celebrar la Navidad también al estilo cristiano, respetan todas las demás religiones, ya pesar de algunos queríamos escapar justamente de estas
tradiciones, al menos por una vez en la vida, todos tuvimos que preparar un regalo de “Secret Santa” (amigo invisible). No tenía que ser nada comprado, podía ser un poema, un dibujo, etc… Yo tuve mucha suerte, mi nombre casualmente le tocó a una de mis compañeras de habitación que tenía un talento especial por dibujar, Molly, una chica del Reino Unido que me hizo lo mejor de los regalos, los dibujos que tiene aquí debajo.

Pero el auténtico tesoro de Plum Village son las personas que puedes conocer, Sangha, y relacionarnos entre nosotros es lo que más enriquece. Son personas que escapan de la norma, que están allí porque quieren conocer estados de vida más profundos y huir del estrés y la vorágine de la vida cotidiana que no nos deja vivir con conciencia, personas que agradecen disfrutar de las cosas más básicas de la vida, cómo poder andar. La Walking Meditation (Meditación en marcha) era una actividad frecuente que justamente nos enseñaba a ser conscientes del regalo que representa simplemente poder movernos, y que como acostumbramos a darlo por hecho, no nos produce ninguna felicidad extra.

Compartí habitación, o mejor dicho casita de madera en medio del bosque, además de Molly, con Efi, una chica de origen griego pero residente en Milán, y Jenny, una chica de Suecia, también psicóloga. Quizás teníamos un motivo para estar allí, o quizás sólo queríamos desconectar pero intentamos aprovechar al máximo nuestra estancia, nos cuidamos unas a otras y sobre todo hicimos un par de cosas universales, reímos muchísimo y amarnos, al menos durante una semana.

No puedo evitar sentir como una pequeña transformación en mí desde entonces, yo diría que por mejor, porque una experiencia así no te deja indiferente, aunque sólo dure unos días, Dear Thay, Dear Sangha, thanks for so many.

 

 

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